Al analizar el papel desempeñado por la educación experimentada por el sistema escolar durante la década de los sesenta, a pesar de su considerable magnitud, no favoreció significativamente la movilidad social intergeneracional.
En este capítulo se examinan con detenimiento las relaciones existentes entre el egreso escolar y los mercados laborales, así como los efectos generados por estas relaciones en la distribución del ingreso.
Durante dichos años existió un desequilibrio evidente entre la estructura del sistema escolar y la demanda de los mercados de trabajo, que causa el desaprovechamiento de la mayor parte de los recursos humanos del país. Esto obstaculiza el desempeño de la función que se atribuye al sistema educativo como agente de la movilidad social ascendente.
Asimismo, se localizó en 1970 una correlación positiva entre los niveles de instrucción de la PEA y los grados de concentración del ingreso dentro de cada estrato educativo. Esto refleja el poder diferencial con que acuden a los mercados de trabajo quienes tienen también el poder necesario para aprovechar las oportunidades educativas prestigiadas.
Se dice que no es posible que el desequilibrio mencionado se corrija sustancialmente si sólo se mejoran las tasas de retención del sistema escolar ya que en los censos hechos en los años 1960 y 1970 permite anticipar que se seguirá manteniendo el ingreso relativo de quienes adquieran poca escolaridad además del deterioro en el ingreso relativo promedio de quienes ingresen al nivel medio de enseñanza. De esta manera, los nuevos egresados de la enseñanza media recibirían aproximadamente ingresos que habían correspondido a quienes obtuvieron menores niveles de instrucción. Así pues, se iniciaría también un deterioro del ingreso relativo de quienes logran acceso al nivel superior de enseñanza.
Por último, el análisis hecho en este apartado parte de la política escolar que tiene en sí misma una capacidad muy limitada para combatir los problemas del desempleo. Por el contrario, la distribución desigual del ingreso seguirá propiciando una estructura de demanda cuya satisfacción requiere tecnologías incompatibles con los perfiles de recursos humanos disponibles en el país, por lo cual es incapaz de asegurar su pleno aprovechamiento.
En mi opinión puedo agregar que en algunas ocasiones el número de egresados de distintos niveles de educación no es tan grande como en la demanda de empleos en el mercado laboral, además cada día la sociedad requiere con la implementación de nuevas tecnologías para que se pueda responder a las distintas necesidades que tiene el ser humano como persona y en conjunto como miembro de una sociedad, esto a su vez es una alternativa que podemos emplear para la demanda de empleo que existe hoy en día en nuestro país.
Referencia:
Muñoz I., C. (1996), Impacto de la escolaridad en los mercados de trabajo y en la distribución del ingreso: El caso de México (1960-1970). En Origen y consecuencias de las desigualdades educativas, (pp. 90-123). México D.F., Fondo de Cultura Económica.